CAPITULO III

CAPITULO III:

 

–Lo qur tú digas. Bueno, yo tengo que acabar de vestirme y desempaquetar y ordenarlo todo – digo intendando escapar de el. Su presencia me hace sentir extraña. Sus ojos me miran fijamente con esa especie de brillo extraño.

–Nosotros ya lo tenemos todo hecho, me aburro mucho, y aún no hemos comprado la tele y los portátiles, así que ¿quieres que te ayude a hacerlo?

–Pero yo... soy una chica y tengo muchas cosas de chicas en mi maleta...

–Y ¿qué cosas tienes? – dice volviendo a mover las cejas de una manera burlona.

–¡Harry! No seas guarro. Es ropa interior y objetos personales.

–Pues déjame vaciar una que no tenga ese tipo de cosas.

Le iba a decir que todas tienen ese tipo de cosas, pero sería mentir. Aunque no me guste que esté aquí le dejaré hacer algo, él y su perfecta sonrisa solo quieren ayudar. Bufo. Aún así no me hace gracia que este tonto mire mis cosas. ¿Y si encuentra los posters? Igualmente ya verá el CD. Eso me da una idea.

–Si quieres vacía esa mochila turquesa, porfavor. Mucho cuidado porque ahí tengo muchos CD’s firmados y sería un desperdicio. Además hay grabaciones de conciertos a los que he ido. Y como es pequeñita, si tanto te aburres y acabas, ¿ves esas dos maletas naranjas fosforito? Hay que sacar todo lo de dentro. Si te aburres de hacer esto puedes irte, a mi me da igual.

–Vale, por mi genial. Pero antes, vamos a poner un poco de música. ¿Tienes tu movil aquí?

–En el bolsillo de los pantalones que están encima de la cama – digo.

Veo como se levanta y saca el móvil. Empieza a toquetearlo, veo que a veces sonríe o se pone rojo. Está tardando demasiado. Me acerco sigilosamente a el y veo que eso no es exactamente música. Está viendo mis fotos.

–Ehem – con mi presencia allí al lado no basta así que carraspeo sonoramente para que se de cuenta. Se ha quedado embobado.

–L-lo siento, me había perdido – intenta excusarse. Está avergonzado y rojo.

Al fin enciende el reproductor y la música empieza. Se pone de rodillas a mi lado y empieza sacando discos mientras tararea la canción del móvil. Me quedo mirándole. Lleva una camiseta blanca y unos vaqueros negros. A veces se queda mirando las portadas, pero las acaba poniendo en su lugar. No es hasta que llega a uno en concreto que se para y me mira.

–No me habías dicho que eras fan nuestra – dice en un tono burlón moviendo de un lado a otro el disco. Y encima firmado...¡por mi! – exclama sorprendido.

Me pongo roja y tengo ganas de esconderme. Está silbando mientras lo abre y se encuentra con una foto mía y suya de una firma de discos. – Madre mía, tienes una foto conmigo y todo. No me lo habías dicho.

–Hombre, no son cosas que se van diciendo por ahí ¿no? Es como ir por a calle y decirle a un tío que no te conoce de nada que tienes una foto con él. Es raro.

–Touché. Bueno, aquí ya he acabado. ¿Vuelco las dos maletas para acabar ante?

–¿Como que volcarlas? Que lo que hay dentro es mi mayor tesoro y són frágiles.

–Joder, como tratáis las tias a la ropa.

–¿Ropa? La ropa está en las otras tres maletas de allí. – Me viene la risa – ¿De verdad te pensabas que tenía cinco maletas de ropa? Madre mía, no soy como Lea. Tengo dos maletas llenas de libros, tres llenas de ropa y calzado, una mochila de CD’s y una con cosas varias, poquisimo maquillaje, millones y millones de pintauñas, lazos para el pelo, papeles y cosas carias.

–No pareces una chica que lea mucho.

–Es acaso una sutil forma de decir que parezco subnormal ¿verdad?

–Hombre, subnormal no, solo un poquitín mucho tonta.

–Oye! – digo dándole un codazo mientras río.

Después de media hora o así lo sacamos todo y lo ponemos por montones. De ordenarlo me ocuparé yo.

–Ahora, un premio. Resulta que a Lea y a mi nos gusta hacer picnics de muchos dulces, así que he comprado cosillas para lo que sería esta noche. Iba a ser una sorpresa. Pero dadas las condiciones no creo que le moleste que te comas su parte.

–¡Oh dios mio! Me moría de hambre. Simpre te adoraré, mi querida Kat....

–Katrina Jonhson.

–Eso.

Saco todas las bolsas de snacks, las chucherías y demás y las coloco encima de mi cama. Le digo a Harry que espere a que vaya a ponerme las mallas. Cuando vuelvo le pillo comiendo Filipinos de imitación a escondidas.

–¡Harry! Que te he dicho.

–No sé, no me acuerdo – dice con la boca llena.

Me empiezo a reir.

Salto encima de la cama a su lado y me pongo a comer una bolsa de patatas.

–Y bueno, solo hacéis esto, ¿comer? Un poco aburrido ¿no crees?

–Pues claro que no tonto, nos contamos cosas. Que si nos ha pasaado eso, que si Pepita es muy zorra, o si Pepito está muy bueno, muchas veces hablamos de como nos gustaría que fuese nuestro futuro, o de cosas que hemos hecho. Algo así.

–Bueno, pues hagámoslo. ¿Sabes quién está realmente bueno? Ese chaval que se llama Harry Styles, es muy guapo, listo amable, maduro y modesto – dice intentando poner una voz afeminada pija.

–Sobretodo modesto – digo yo entre risas.

–Claro, le encanta ser modesto. Bueno, pues he oído que le pareces muy, pero que muy guapa.

Lo dice en un tono tan antinatural que me río, está imitando a una chica pija. Le sigo el juego.

–Pues si ves a ese chico dile que a mi también me parece que es muy juapo.

–¿Has dicho juapo?

–Claro, me encanta decir palabras a lo primo’h – digo exagerando las manos a lo cani rapero.

–OH MY GOSH! Eres igual que yo – dice emocionándose. Me está mirando de esa forma otra vez, como si me viera de verdad. Esta vez empezó a reirse él. Me encantava estar con él así.

–¿Te acuerdas cuando os pillamos haciendo la croqueta? Me encantó lo del San Jacobo.

–¿En serio? Pues te haré una demostración – dijo bajándose de la cama y dejándose caer en el suelo de un golpe. Se puso a dar vueltas mientras se paraba. – Ven, te lo enseñaré.

Me bajo yo tembién y me pongo a su lado. Al cabo de unas tres veces fallidas, consigo que me salga.

Al final acabamos los dos riendo como locos y dando cueltas por el suelo. Cogí un cojín y le dí con el en toda la cara. Como respuesta me cogió por la cintura y me tiró al suelo otra vez. Esta vez fué él el que cogió un cojín y me pegó.

–Oyee...

–¿Quee...?

Le dí un cojinazo en toda la cara, y su respuesta esta vez fué levantarme en brazos y ir dando vueltas conmigo a lo loco mientras gritaba que yo era un avión. Me puse a reír como una histérica cuando me empezó a hacer cosquillas. Creo que empecé a llorar de la risa. Harry por su parte tampoco estaba indiferente. Estaba sonriendo todo el rato con esa sonrisa suya que solo él tiene. Madre mía empezaba a marearme pero no podía parar de reír. Las cosquillas aumentaban y mis risas también. Haarry se puso a canatar algo infantil sobre un barco.

Creo que el tiempo pasó demasiado rápido porque entre Harry cantando una canción de guarderia y yo riéndome como una histérica no nos dimos cuenta que Louis y Lea habían llegado. Al entrar en la habitación y viéndonos de esa manera su cara no tenía precio.

–Que...¿que está pasando aquí? – Preguntó Lea estupefacta.

–Yo, esto, estábamos ordenando esto – digo avergonzada.

–En los brazos de Harry.

Es entonces cuando Harry se da cuenta y me deja en el suelo. Murmura algo ininteligible y se pone rojo. Me revuelve el pelo y se va.

Me pongo roja y empiezo a toquetear cosas haciendo como que estoy ordenando.

–Kat, no cuela – dice Lea con una expresión cansada.

–Es que... – intento encontrar algo plausible pero nada sale.

–Te gusta ¿verdad? – a ella le gusta ir al grano.

–Yo...esto...Supongo que si. Pero solo un poco.

–¡Lo sabía! Lo supe des del primer momento en el que escuchaste la voz de Harry. Cuando llegamos aquí te comportaste de esa manera para que no crea que eras otra de las locas, por eso no estabas entre las fans histéricas cuando llegaron.

–Supongo que si. Pero tienes que...

La puerta se abre y aparece Harry muy rojo, supongo que ahora le da verguenza hablar conmigo desdes de eso. Entra y se acerca a mi.

–Se me olvidaba darte algo.

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