CAPITULO II

CAPITULO II

Oigo vítores por todas partes. Veo que varias chicas suben al escenario y como Lea agarra mi muñeca para guiarme. Me siento extraña. No sé si alegrarme o gritar de rabia. Iba a ser el momento perfecto de Lea y yo. Ser amigas. Sacar buenas notas para entrar. Fiestas. Conocer chicos. Pasarlo bien. Las dos juntas. No las dos juntas, y dos famosos increiblemente guapos que viven con nosotras. Ese no era el plan. Por mucho que me gustase Harry y su sonrisa (oh dios, su sonrisa), sus ojos (y qué ojazos), su pelo (madre mía, los rizos) y también las millones de cosas que adoro de él (y mira que són muchas), no quería que su esbelta silueta se entrometiese en mi vida feliz. Era un cantante. Era simplemente un tío con un poco de talento, anormalmente guapo, con una sonrisa perfecta y pelo moreno me llenase de sueños, y luego para chascar los dedos y que yo desaparezca. No quiero que me hagan daño. Así que simplemente intentaré pasar de él para evitarme futuros disgustos. Eso es. Me haré la dura. No me pega mucho, la verdad. Pero bueno, seré estrictamente profesional. Esto parece broma. Ya sé que probablemente cuando me vea me caiga de culo. Pero lo intentaré.

Subo al escenario y me quedo allí paralizada. Intento parecer normal, sonrío un poco y con moderación, no quiero parecer una muñeca como las otras “afortunadas”.

–Debido a unas averías no podremos salir en todo el día afuera, así que ruego que permanezcan en vuestros cuartos hasta mañana a las 12:00. Ya sabemos que apenas son las siete y media de la mañana, pero así tendrán suficiente tiempo para desempaquetar. – Se oye un resoplido general – En cuanto a la comida, tendréis que pedir algo, porque los frigoríficos están vacíos. Lo sentimos mucho – dice.

Nos bajamos del escenario. Odio que la gente me preste mucha atención de esa manera. A mi me gusta hacerme notar, pero a mi manera. Una mujer regordeta alrededor de unos cuarenta años me guía a mi y a Lea al apartamento. Yo apenas me puedo mover. Normal, llevando cuatro maletas y una mochila repleta de cosas.

Nos deja delante de una puerta blanca con el numero dos, nos da unas llaves relucientes y se va. Entramos, y nuestra sorpresa es encontrarnos a los dos famosos viendo la televisión sin camiseta, con gafas de sol y la musica al máximo. Estaba perpleja al ver como uno de ellos se levanta y se tira al suelo gritando que es una croqueta. El otro no duda en tirarse también y solo da una vuelta para quedarse parado.

–¿¡¿QUE SE SUPONE QUE ES ESTO?!? – Grito molesta para que se me oiga.

Uno de los chicos se levanta y apaga la música. El que aun seguía en el suelo me respondió con un tono divertido:

–Verás, Louis estaba haciendo la Croqueta y yo el San Jacobo. ¿Porqué preguntáis?

–¿QUÉ PORQUE PREGUNTAMOS? ¡PORQUE VIVIREMOS AQUÍ LOS PROXIMOS CUATRO MESES Y NO PIENSO TENER LA CASA LLENA DE PALOMITAS NI RECOGER DETRÁS VUESTRO! – Les sigo gritando.

–¿Porque gritas? Preciosa, ¿le podrías decir a tu amiga la loca del pelo rizado que no me grite? – Pregunta el mismo chico que habló antes.

–Me llamo Lea, no preciosa, aunque no te negaré que no me guste que me lo digan. Mi amiga Kat y yo viremos aquí con vosotros y le doy razón en que esto es un basurero asqueroso. Así que tranquilizemonos y a recoger.

–Yo no pienso recoger una cosa que han hecho ellos. – digo en tono normal.

–La ricitos también sabe hablar normal – dice en tono burlón.

–No me llames a mi ricitos, ricitos. Mi pelo es ondulado.

–Si, y yo he llorado con Bambi.

–En realidad si que lo has hecho. Lo haces cada vez que la vemos. Y la vimos hace dos semanas – dice el otro chico.

–ZAS! EN TODA LA BOCA! Creo que tu y yo nos llevaremos bien – le digo al muchacho y le extiendo la mano en forma de saludo – Yo soy Kat, y tu eres....

–¿¡Cómo no puedes saber quien es él!? Es Louis Tomlinson, uno de los cantes de One Direction. Y yo soy Harry Styles, otro de los cantantes, y uno de los chicos más deseados del planeta.

–Eso, lo que tu quieras. – dije sin demasiada importancia. En realidad claro que sabía quienes eran, oh dios, Harry era increíblemente guapo. En persona era aún mejor, aunque no negaré que el poster que me ocupa media pared con el no le detalle perfectamente. Acordándome de eso, tengo que tirarlos antes de que los encuentre, tengo como cuarenta posters suyos. – Bueno, nos vamos a desempaquetar. Ah y cuando vuelva, de nuestra habitación espero que todo esto reluzca, o os la cargáis.

–Vaya locas nos han tocado. Y encima tendremos que limpiar nosotros, nos han quitado el trato especial durante el tiempo que estemos aquí. – dijo Harry desesperado.

–Pues a mi me parecen majas – dijo su amigo.

–A mi lo que me parece que has puesto los ojos encima a la rubia.

–Se llama Lea – dijo él a media voz.

Vale, sé que no debería haber escuchado aquello, pero estoy casi segura de que en mi ADN llevo restos de la Vieja del Visillo.

Me esfuerzo en llevar las maletas hasta nuestra habitación. Me acuerdo de la conversación con Harry y me sonrojo. Ese chico es tonto. Un tonto muy pero que muy guapo. Y es divertido. Realmente me esperaba un tonto que solamente estaría en plan quejica sin ni siquiera hacer algo por si mismo. Es hasta que oigo a Lea gritar mi nombre que no me doy cuenta de que estoy mirando al vacío roja.

Me doy prisa para ver lo que quiere. Al entrar en la habitación me quedo boquiabierta. Debe ser unas cuatro veces más grande que la mía, y muchas son las que me tenían envidia por lo grande que era.

Tiene las paredes pintadas de beige, que es uno de mis colores favoritos, junto al cobalto. Hay dos camas, una en cada extremo. Entre ellas hay un escritorio enorme, que compartiremos las dos para hacer deberes y poner los portátiles.

Justo delante de cada cama, a unos tres metros distancia están los armarios. Blancos y enormes, uno para cada una. En medio hay una estanetría, inmensa. Será perfecta para mis libros. Me doy la vuelta poniendo ojos de cachorrito y los puños delante en plan súplica.

–Lea, amiga del alma, única en mi vida, amor interminable es lo que siento por ti, oh preciosa belleza....

–Si Kat si, te dejo toda la estantería para tus libros, pero calla ya. – dice ella cortándome y riéndose.

Entramos en el baño. Está bien de tamaño, nos servirá. Típicas cosas que hay en cada baño: un plato de ducha, un váter, un bidé, etc... Lo que más me llama la atención es el sinfín de armarios pequeños que hay, supongo que pensarán que como somos chicas necesitamos mucho espacio para maquillaje, crema, champús y eso. Bueno, tienen razón. Lea tiene más maquillaje para ella que cualquier tienda que lo venda, y yo tengo muchos, pero muchísimos pintauñas. De todos los coloresy ninguno repetido. Ocuparán mucho.

–Bueno, está bien ¿no? – pregunto.

–¿Bien? Kat, al igual que yo sabes que lo que nosotras tenemos es mil veces mejor que lo que tienen las otras chicas. Aunque vivamos con esos idiotas, habrá merecido la pena por esto. Además, podemos pasar de ellos.

–En eso tienes razón. Bueno, tenemos un eterno día de aburrimiento, así que ¿nos ponemos a desempaquetar?

–¡Claro! ¿No deberíamos ponernos cómodas?

–Yep, ahora me cambio.

–Vale, yo voy a hablar con ellos a ver si pedimos algo para desayunar.

–Ok.

Veo como se va y cierra la puerta. Me quito todo menos la ropa interior y me dispongo a poner unas mallas ajustadas y una camiseta ancha de manga corta.

Solamente había conseguido ponerme la camiseta cuendo oigo la puerta abrirse. Me doy la vuelta y mi instinto es gritar, pero solo consigo decir su nombre en alto.

–¡HARRY! ¡Fuera de aquí! ¿No ves que me estoy cambiando?

–Tranquilízate. Vas lo suficientemente tapada. Además, no sabía donde irme. Creo que Louis ha tenido un flechazo con tu encantadora amiga. – dijo con voz burlona – Ella ha ido a ver si pedimos algo, y Lou e ha dicho si quiere saltarse unas normas para salir fuera y ir a algún supermercado, porque unos técnicos nos han dicho que posiblemente los arreglos tarden toda la semana. Y créeme, no pienso pasar siete días con pizzas y hamburguesas. De mientras he venido aquí para dejarles solos.

–Que conste que solo te dejo estar aquí porque Lou es majo, pero si no te daré con un tazón en la cabeza.

–¿Traes tazones de casa? Que bien, porque nosotros no tenemos nada de eso.

–¿Qué? ¡No! Es una expresión mia. ¿Tardarán mucho?

–No lo sé. Tienen que hacer la lista de la compra. Cogerán lo máximo posible, para no tener que volver a hacerlo. Aunque les pillen, Louis es Louis Tomlinson, se lo perdonarán.

–Pero a Lea no. Lea Charles no es famosa, ni un genio. No tendrían problema en prescindir de ella, después de todo lo que trabajó para sacar tan buena nota y entrar aquí. Es mala idea.

–Oh venga ya. Que tampoco pasará nada. Y si les pillan, te prometo que no os pasará nada, a ninguna. Y ahora hablo en serio.

Le miro la cara atentamente. Los ojos verdosos le brilla. Me sonrojo.

-Eooo, te has puesto roja. No me digas que por una vez te has dado cuenta de lo increíblemente atractvo que soy – dice en modo burlón.

–N-no. Idiota. – susurré.

–Te he oído.

–Esa era mi intención.

Llega el silencio incómodo, hasta que Lea abre la puerta, viene hacía mi toda roja y me dice tres o cuatro palabras que resumen lo que me explicó Harry. Posiblemente lleguen tarde. Cuando oscurezca. Me despido de ella con un abrazo y ella se va corriendo, aún más roja. Miro mi reloj y veo que es apenas medio día. Antes de irme compré dulces para hacer un minipicnic con Lea por la noche. Iba a ser una sorpresa.

–Bueno, te quedarás conmigo hasta que vuelvan ¿no? – pregunta mientras sube y baja las cejas sin parar con una sonrisa burlona.

____________________________

Muchisimas gracias a las que habéis comentado, os quiero mucho <3